Mijaíl Gorbachov, el último dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), falleció a los 91 años tras una “larga enfermedad grave”.
Bajo su mandato, entre 1985 y 1991, impulsó reformas que llevaron a la caída de la llamada cortina de hierro, como se le conoció a la antigua frontera política e ideológica entre Europa Occidental y Oriental.
También defendió la política como la vía para solucionar conflictos y ganó el Nobel de la Paz en 1990 por su papel para terminar la confrontación Occidente-Oriente, cuando el mundo estaba polarizado bajo los liderazgos de Estados Unidos y Rusia.
Fue un líder excepcional, uno con imaginación para ver que un futuro diferente era posible y el coraje para arriesgar su carrera entera para lograrlo”, destacó el presidente de EU, Joe Biden.
Para António Guterres, secretario general de la ONU, fue un estadista que cambió el curso de la historia: “Hizo más que cualquier otro individuo para lograr un final pacífico de la Guerra Fría”.
Desde que asumió el poder, Gorbachov intentó reformar el régimen soviético al poner en marcha cambios políticos que chocaron contra la vieja guardia. En 1985 anunció el programa perestroika, que significa reestructuración. Dicha política instauraba la propiedad privada de algunos bienes, permitía relaciones comerciales con Occidente sobre las bases del socialismo y buscaba impulsar una economía de mercado. Además, lanzó la glasnost (apertura), que permitió mayor acceso a productos culturales, libre expresión y liberación de presos políticos. Estas medidas tuvieron buena recepción en Occidente.
Pasó los últimos 20 años de su vida retirado de la política y murió sin haberse pronunciado públicamente sobre la invasión de Rusia a Ucrania.