– Los visitantes, muchos de ellos con lágrimas en los ojos, colocaron flores y velas en las tumbas, mientras que otros se sentaron en silencio, conmemorando a sus familiares fallecidos.
Por Francisco Celaya
A diario el panteón de El Saucito abre sus puertas en punto de las 8:00 de la mañana, pero este 1 de noviembre a diferencia de los pasados 306 días, no simboliza muerte o un lugar fúnebre, tétrico, hoy el camposanto del octavo barrio de San Luis Potosí se viste de vida y fiesta. En este lugar todos los elementos se reúnen en un mismo espacio, para revivir a los muertos, para levantarlos de su trascendencia, para que el día de hoy vuelvan a recorrer los caminos que han recorrido, vuelvan a disfrutar su comida favorita y se vuelvan a reunir en espíritu con su familia.
Cerca de las 9:00 de la mañana, el señor Alberto García proveniente del Barrio de San Sebastián, llegó al panteón solo con la intención de ganarle al intenso sol de medio día, en su mano derecha lleva un ramo de flores de cempasúchil, detrás de sus lentes obscuros y debajo de su gorra hay emoción, pero al llegar a una tumba y despojarse de su gorra y lentes, en su rostro se alcanza a ver la nostalgia, una nostalgia que se apodera de él, pues la tumba es en honor a su señora madre, María.
“Vengo a visitar a mi señora madre, falleció hace 12 años”, dijo el señor Alberto con voz agitada por el caminar. “Cada fin de semana vengo a ver a mi mamá aquí al panteón de El Saucito, pero esta fecha de Día de Muertos es especial, pues recuerdo con agrado a mi mamá, que cuando vivía le emocionaba estas celebraciones, principalmente por la reunión familiar”.
Cerca del mediodía, entre las tumbas se escucha la canción “Amor Eterno”, interpretada no por Alberto Aguilera Valadez (Juan Gabriel), si no por un grupo norteño conformado por tres hombres con sombrero, mientras la canción suena, una familia entera arregla una lápida, la adorna de flores rojas, naranjas, rosas, blancas, la emoción de vivir este día juntos se nota, en esa tumba hasta los más pequeños de la familia ayudan separando con sus pequeñas manos las flores, se barre y acomoda la tierra, se llenan de agua los floreros, la lápida ha quedado impecable.
“Hoy es una de las festividades más hermosas, los seres queridos vienen del otro lado, ellos vienen a visitarnos, a degustar lo que les cocinamos, a disfrutar los olores del cempasúchil, a estar con nosotros (…) venimos a ver a mi abuelita, la señora Sara, ella falleció hace 4 años, la mamá de mi mamá, nos inculcó mucho la unión familiar y pues aquí estamos como cada noviembre”, dijo Natalia, nieta de la señora Sara, que desde el Barrio de Tlaxcala llegaron al panteón de El Saucito.
Conforme avanza el día, se convierte en un lugar de encuentro y reunión, donde la tristeza y la nostalgia se entrelazan con la fe y la esperanza. La visita a este panteón por el Día de Muertos es una experiencia que queda grabada en la memoria, un recordatorio de la importancia de honrar a nuestros seres queridos y de mantener viva su memoria.
“Lo que el tiempo se llevó, el recuerdo lo regresa”, así lo dijo el señor Alberto García, al terminar de orar y Persignarse frente a la tumba de su señora madre, “No me va a creer, pero en estas fechas, es cuando siento a mi mamá más cerca de mí”, dijo con la voz temblorosa.