Entre los suspendidos está el jefe de la oficina local de Pittsburgh; seguirán realizando una investigación interna de lo ocurrido.
El Servicio Secreto de Estados Unidos ha suspendido a varios de sus agentes, entre ellos el jefe de la oficina local de Pittsburgh, en el marco de una investigación interna relacionada con el intento de asesinato del expresidente Donald Trump, ocurrido el mes pasado. La investigación, encabezada por la división de asuntos internos de la agencia, continúa examinando cómo un joven de 20 años logró disparar ocho balas desde un tejado cercano al lugar donde Trump se encontraba dando un discurso en Butler, Pensilvania, el pasado 13 de julio. Uno de los disparos pasó peligrosamente cerca de la oreja del candidato presidencial republicano.
Anthony Guglielmi, portavoz del Servicio Secreto, evitó confirmar la suspensión de los agentes, señalando que no se harían comentarios sobre asuntos de personal. Sin embargo, destacó que la “revisión de garantía de la misión del servicio está en curso, y estamos revisando los procesos, procedimientos y factores que llevaron a esta falla operativa”. Guglielmi subrayó que la agencia “exige a nuestro personal los más altos estándares profesionales” y aseguró que cualquier violación de la política que sea identificada y corroborada será investigada por la Oficina de Responsabilidad Profesional, lo que podría conllevar sanciones disciplinarias.
Durante el incidente, Corey Comperatore, un bombero y padre de familia de Pensilvania, perdió la vida tras ser alcanzado por las balas durante la manifestación. Además, dos personas más resultaron gravemente heridas. El atacante fue abatido por un francotirador del Servicio Secreto que estaba apostado detrás del escenario donde Trump estaba hablando.
Kimberly Cheatle, quien se desempeñaba como directora del Servicio Secreto en ese momento, enfrentó una intensa presión por parte de miembros del Congreso tras el atentado. Su negativa a proporcionar detalles sobre la investigación del tiroteo y la respuesta de la agencia llevó finalmente a su renuncia. Ronald Rowe asumió como director interino, expresando ante el Senado su “vergüenza” por el atentado fallido y prometiendo investigar a fondo las deficiencias que permitieron al atacante disparar.
El Congreso ha iniciado una investigación sobre el manejo del incidente por parte del Servicio Secreto y la seguridad de la manifestación. La Cámara de Representantes ha creado un grupo de trabajo para analizar el intento de asesinato, mientras que los senadores han exigido que las agencias policiales federales, estatales y locales entreguen una gran cantidad de documentos relacionados con el caso.
A pesar de lo ocurrido, Trump celebró su primer mitin al aire libre desde el tiroteo esta semana, tomando mayores precauciones de seguridad, incluyendo la instalación de vidrios a prueba de balas a su alrededor.