El Drible
Una historia de violencia contra la mujer que terminó con sanciones poco severas; ellas hicieron su parte alzando la voz y las instituciones si bien las respaldan, parece que se quedan muy cortas.
Una vez más la violencia contra la mujer se hace presente en las filas del América, una institución que ya no es sorpresa solape este tipo de actos que atentan contra la integridad y bienestar de la mujer.
El reprobable hecho ocurrió el pasado lunes en el estadio Azteca durante el partido de liga Femenil entre el equipo de América y las Rayadas de Monterrey, el director técnico de las águilas salió expulsado unos minutos después de haber iniciado el segundo tiempo, hasta ese momento todo indicaba que era una expulsión de trámite, derivada de reclamos al cuerpo arbitral después de decisiones injustas y mal tomadas para el juicio del que reclama.
Pero al final del partido en conferencia de prensa Eva Espejo alzó la voz para defender a sus dirigidas, acusando directamente al entrenador del Club América de violentar con gritos ofensivos y de carácter sexista a las jugadoras de las rayadas de Monterrey.
La liga mexicana femenil ha ido creciendo a pasos cortos pero firmes, la diferencia entre el primer torneo respecto al disputado actualmente es palpable y notable, cada vez son más las jugadoras que pueden emigrar al futbol europeo o que consiguen un contrato que les permita llevar un estilo de vida más cómodo, claro, nada que se le compare al sueldo que percibe un jugador profesional de futbol varonil; esa brecha sigue siendo muy amplia, es cierto que el camino para contar con una liga top aún es largo y rocoso, pero que se permita este tipo de situaciones con sanciones poco severas (solo tres partidos de suspensión) estanca e incluso atenta contra la evolución ya conseguida, las acciones que atenten contra la mujer se deben erradicar tajantemente sin dar lugar a segundas oportunidades, por más que pertenezca al América.
Janelly Farías jugadora del América expresó en redes sociales su postura a través de una carta en la que destaca que ‘Ignorarlo sería defraudar a las niñas’, hizo hincapié en que el futbol femenil no debe permitir estas faltas de respeto y valientemente al sentirse un ejemplo para todas las mujeres del país optó por una postura congruente repudiando las acciones de su entrenador.
El estratega Craig Harrington fue destituido de su cargo en el cuerpo técnico de Utah Royals de la NWSL donde presuntamente denigraba a todas las mujeres que trabajaban en el club, desde las empleadas de oficina, cocina, hasta las jugadoras, parece increíble que con estos antecedentes los directivos del club América se hayan hecho de la vista gorda para traerlo a dirigir al plantel femenil anteponiendo sus intereses deportivos y olvidándose de la seguridad de sus jugadoras.
Y es que no es la primera vez que el América piensa primero en los resultados deportivos inmediatos que el medio por el que se consiguen, hace a penas unos meses daban de alta a un jugador que también había sido juzgado por actos de violencia contra la mujer, al final una lesión dejó fuera a dicho jugador y disputó pocos minutos durante el torneo, pero el hecho de que lo hayan inscrito ahí queda, no quisieron sentar un precedente para los clubes del futbol Mexicano y sobre todo el movimiento feminista que tanto lucha por ser escuchado. Los de Coapa se limitaron a anunciar que la institución aceptaba la sanción por parte de la liga y que impondrían una sanción interna. ¡La destitución era lo justo!
Un par de días después, Harrington por medio de un video aceptó haber hecho uso de palabras que violentaban a las jugadoras de rayados, ofreció una disculpa y prometió no volver a incurrir en actos de esta índole o similares, no le quedaba de otra, acorralado era lo mínimo que podía hacer, parece bastante corta la sanción tanto de la liga como de la institución Americanista.
Un aplauso y reconocimiento especial tanto a Eva Espejo como a Janelly Farías que no se callaron y fueron fieles a sus ideales, convicciones, valores y creencias; valientemente alzaron la voz para señalar una conducta violenta y sexista, una gran muestra de solidaridad con las mujeres y acciones responsables de las que deben sentirse orgullosas, ellas si son un ejemplo a seguir.