“Cuando me tocó la primera exhumación, los nervios estaban traicionando, porque ya veníamos pensando en decir, a lo mejor va a abrir los ojos el difunto, o va a estar entero”.
Por Fernanda Padilla
Pese a sonar escalofriante, trabajar en un panteón no es como lo pintan, así lo relató José Guadalupe Corpus, quien lleva cerca de 19 años laborando en distintas áreas en el Panteón del Saucito.
“Lo conozco, Dios me ha dado la oportunidad de conocer todo el panteón del Saucito muy bien. (…) Cuando uno entra de nuevo, pues viene ya con la mentalidad, un poquito, pensando en que algo se le va a aparecer, o algo, pero en el transcurso de los años va aprendiendo que es un lugar tranquilo, muy tranquilo para trabajar, muy a gusto para trabajar. (…) Si existen las energías y yo pienso que ellos ven que nosotros somos simples trabajadores”.
Al inicio lo traicionaban mucho los nervios, incluso relató la primera vez que participó en una exhumación.
“Cuando me tocó la primera exhumación, los nervios estaban traicionando, porque uno ya veníamos pensando en decir, a lo mejor va a abrir los ojos el difunto, o va a estar entero, ¿no?, pero cuando uno abre un ataúd, y saca los restos, ya todo eso se desaparece, puesto que uno ve que son puros huesitos, más que todo, y pues uno lo hace con más tranquilidad ya después”.
Insistió que cuando entras a trabajar a espacios donde descansan los difuntos, vas con una mentalidad, pero al pasar el tiempo, vas disfrutando todas las tareas a realizar.
“Este panteón todavía tiene servicio de exhumación, e inhumaciones, puesto que ya hace cinco, más de 7 años se llenó. Entonces son lo único que hay, son puras exhumaciones, pero con alguien que tenga ya una propiedad aquí”.
HASTA DESPUÉS DE LA MUERTE, HAY CLASES
“Está dividido, o estaba dividido en seis clases, no eran secciones, eran clases, las de mayor influencia era esta, las de primera clase, y hasta el fondo se abrió la segunda clase, la tercera, la cuarta, la quinta, hasta la sexta clase, que comúnmente era la famosa fosa común”.
La primera clase es su zona preferida, ya que se caracteriza por la historia de las criptas y los monumentos que la engalanan.
“Hay unos monumentos muy hermosos, que yo quisiera que todos los potosinos los fueran descubriendo, porque hay lugares que uno solamente pasa, y no percibe las cosas que hay tan bonitas en este panteón, y realmente hay cosas que, si unos le pone bastante cuidado, a cualquier monumento, dice unas cosas, tiene unas figuras y tiene unos grabados que son únicos, y eso habla muy bien de aquí del del panteón del Saucito”.
Su tumba favorita es la de un hombre que murió hace más de 100 años.
“Parece que son como una cuna, y es un angelito grande, pero lo que me gusta es el grabado que le hicieron, es un grabado muy bonito. Ojalá tengan un día la oportunidad de venir a ver, es un grabado de un artista muy bien hecho, que el que hizo esa persona, y a mí me encanta esa tumba”.
José considera este trabajo como un regalo de Dios, ya que no hay espacio en el que sienta más tranquilidad.
“No lo digo por decirlo, lo digo porque ya tengo casi 20 años aquí, las personas que han tenido ya 30 años aquí, o más, no me van a hacer mentir, de que aquí es un buen trabajo, un lugar muy bonito para trabajar”.
EN EL PANTEÓN DEL SAUCITO HAY TESOROS ESCONDIDOS
“Aquí hay una leyenda, que en lo personal ya fallecieron, y unos ya se jubilaron, a las personas grandes de antes, nos contaban de un tesoro que hay aquí en el panteón, incluso no lo digo así, es un tesoro que vino una persona, (…) de bastante buen dinero, y les dijo a ellos, que el difunto que iba a enterrar, porque antes se acostumbraba que les echaban el dinero, entonces le echaron sus centenarios a esa persona, y les dijeron que si algo pasaba, se iban a ir sobres de ellos, y esos señores ya se jubilaron, y nunca nos han dicho nada de dónde están, ni nada, nomás les preguntábamos dónde, y nada más nos hacían la seña, pues por ahí, por ahí”.
LA GENTE VA CON OUIJAS, Y CREENCIAS DE OCULTISMO A PROFANAR LOS ESPACIOS DE DESCANSO
“Aquí viene mucha gente, pues con sus creencias, más que todo ocultismo, energías negativas, mucha gente es creyente, incluso la Santa Muerte, hay altares de Santa Muerte aquí, muchas veces no respetan mucho los lugares, entonces vienen y hacen sus ritos, que la ouija, magia negra, hechicería, llámele como le llames, entonces yo pienso que, pues deberíamos de reflexionar poquito, y de saber que este es un lugar, pues de respeto”.
A José no le da miedo enfrentar a los vivos y más, ante lo que consideró una falta de respeto para los que ya no están entre nosotros.
“Un día como a las 6 de la tarde estaban, yo iba, como a veces hacemos rondines, vi a unas personas, eran como cinco o seis personas, y estaban en un círculo, y tenían una cruz, (…) lo que no me gustó, fue de que estaban haciendo, quemando cosas, entonces ahí fue cuando yo intervine, como trabajador, pues tengo que custodiar lo de aquí y sí, sí tenían, estaban haciendo unas cositas, trabajos”.
Entre los compañeros se habla de la aparición de lechuzas, o personas que cruzan las calles al interior del panteón, y al poco tiempo desaparecen.
“Es un lugar muy tranquilo, no existe la presión del ruido, y eso te hace que trabajes con más tranquilidad, (…) está al aire libre, y es un es un lugar muy bonito para trabajar, la verdad, eso de que, ‘yo no voy a trabajar en un panteón’, es una equivocación muy grande, te lo decimos nosotros, que ya tenemos mucha gente muchos años trabajando aquí, y a todos les gusta aquí. (…) Decimos que, si llegamos a fallecer, nos vamos a regresar otra vez para acá”.