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17 de octubre: el día que México fue entregado al narco | Columna de Edgar Santillana

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18/10/2019

Tiro al blanco

 

El pasado jueves, Culiacán, Sinaloa sufrió uno de los peores episodios de su historia reciente. Una jornada de terror que traspasó las fronteras geográficas y contagió de dolor, tristeza, impotencia, rabia e indignación a todo México.

Ese mismo jueves, se sentó el precedente para entregar el control del país al narcotráfico. El crimen organizado demostró que pudo y puede más que la ley, que las fuerzas armadas, que las autoridades y que el Presidente de la República.

El aparato del Estado, encabezado por López Obrador, así como todo el sistema de la defensa nacional, incluida la recién creada Guardia Nacional, en un ejercicio pésimo de sus tareas y funciones, demostraron su debilidad ante la fuerza y el poderío que ha ganado la delincuencia en México.

La frase “nadie, ni nada, por encima de la ley” tantas veces vociferada por AMLO desde -por lo menos- su última candidatura presidencial y, posteriormente, durante su mandato, han quedado en palabras vacías. El jueves pasado sí hubo alguien por encima de la ley, con nombre y apellido: Ovidio Guzmán, hijo de “El Chapo”; también hubo algo por encima de la ley: el crimen organizado; y hubo grandes víctimas: la dignidad, la seguridad y la soberanía de todos y cada uno de los mexicanos.

Apenas hace semanas, Andrés Manuel reprochaba a Calderón haberle “pegado un garrotazo al avispero” de manera torpe. Quizás con razón, quizás no. Cuestión de perspectiva. Pero lo que ocurrió en Culiacán no es diferente a la sangrienta “guerra contra el narco” de 2006. Un enorme despliegue de fuerza que no fue acompañada de inteligencia.

La derrota, en Culiacán, de las fuerzas armadas mexicanas, del gobierno federal y estatal, abren la caja de pandora para el exterminio de un estado de derecho que estaba ya en los huesos; para el fin de las instituciones, de la legalidad y, con ello, de la paz y tranquilidad de todos los mexicanos.

¿Qué pasará con la siguiente “gran” detención?, ¿arrestarán a un capo, la ciudad (cualquiera que esta sea) caerá y entonces lo liberarán? No es necesario ser un genio para entender lo que pasó el jueves y lo que pasará a partir de entonces. El Estado Mexicano le enseñó el camino a la delincuencia. Le mostró y demostró que ellos (los criminales) son más fuertes. Le entregó el control de la nación.

¿Qué nos queda? Luchar. Debemos reconocer, como mexicanos, que nos hemos quedado sin gobierno. Que nuestro país está sitiado y que estamos en guerra. Y estamos solos. Desde aquella sangrienta jornada, queda claro que no contamos con fuerzas armadas efectivas. Que quienes hoy toman las decisiones, no solo han elegido mal, sino que han demostrado a pulso su incapacidad para gobernar y para proteger a México.

Esta vez, no se trata de tomar partido con fines políticos. Hoy, se trata de unirnos como mexicanos y recuperar la patria que nos fue heredada. Urge una transformación, pero no de esas que sirven únicamente como eslogan de un “gobierno”, sino una real y auténtica revolución donde se privilegie el bienestar de los mexicanos y un legítimo estado de derecho.

Y eso, estimado lector, no lo va a conseguir un personaje tras un atril, mucho menos uno tan pequeño. Lo conseguirá la unión de la ciudadanía, lo conseguirá una sociedad organizada, lo conseguirán los mexicanos para sí mismos.

Quedará en la memoria, desde luego, aquellos inocentes que perdieron la vida; la imagen de nuestros niños tirados en el pavimento mientras preguntaban desesperadamente qué ocurría; el sufrimiento de los padres y madres que, durante todo un día, no pudieron tener a sus hijos entre sus brazos porque estaban atrapados en sus escuelas o guarderías; y también nuestros soldados y policías caídos. Ellos lo intentaron y lucharon. Desgraciadamente, quienes los dirigían, no se tocaron el corazón para enviarlos a morir.

Al diablo los cuentos chinos de las mañanas. Justicia es lo que claman los mexicanos y es lo que se debe exigir: que se castigue a los principales culpables, a los de cuello blanco.

El 17 de octubre de 2019 será una fecha que no debemos olvidar. Será una herida que estamos obligados a sanar, sí, pero sin ocultar la cicatriz que ésta deje.

“Mexicanos al grito de guerra”.

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